Para este 8 de marzo de 2021, me han encomendado la noble tarea de escribir un artículo con motivo de la 111° conmemoración del día internacional de la mujer, o como es más pertinentemente llamado en Francia, “día internacional por los derechos de las mujeres”. Honestamente, pasé muchos días tratando de encontrar la manera más conveniente de hablar sobre la mujer, en una ocasión como ésta. Mi primera pregunta es tal vez, ¿por qué yo? ¿De dónde obtengo la legitimidad para escribir sobre mujeres?
Mi primera respuesta es que soy mujer, pero ser mujer no es suficiente. Tal vez, es porque soy feminista y porque he decidido hacer publicas mis opiniones al respecto. Desde que decidí escribir en mi blog sobre feminismo, he descubierto que los temas que abordan a la mujer, como sujeto a la vez individual y genérico, producen tres reacciones interesantes: por un lado, la complicidad silenciosa que no puede aún traspasar los muros de la íntima convicción de la injusta inferioridad de la mujer; por otro lado, el rechazo vehemente ante la palabra “feminista” que pareciera traducir, para muchas, la defensa ultrajante de la mujer y finalmente, para mi sorpresa, un interés humilde de los hombres. Es, pienso yo, esta última razón por la cual, hoy me confían esta tarea.
Escribir sobre mujeres, traduce casi siempre escribir sobre feminismo. La razón es que, la mujer como objeto poético, social y literario sigue siendo un mito y esa mistificación se inscribe en la transmisión de creencias y comportamientos que deshumanizan a la mujer para convertirla en objeto, sea sexual, reproductor o divino. La igualdad está lejos de ser la norma y mientras la explicación siga siendo funcional, esencialista, es decir, eso que pretende que las mujeres son una cosa y los hombres otra, no podremos alcanzar una completa realización personal, libres de presunciones atávicas y explorando a cabalidad nuestra propia humanidad. La reivindicación de esa humanidad dio paso a la creación del día internacional de la mujer, hace 111 años.
« A nadie se le pasó por las mentes que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución. » Léon Trotski, Historia de la revolución rusa.
La mujer nueva del 8M
Contrario a lo que generalmente es admitido como celebración, el 8M (8 de marzo) es, en realidad, un acto profundamente político. La idea de un “día internacional de la mujer” nació en una conferencia internacional de mujeres socialistas en 1910 y de ahí en adelante esa fecha marcaría la ocasión de reivindicar derechos importantes en la Europa del Este: la manifestación para reclamar el derecho al voto en Alemania, el 8 de marzo de 1914 o el inicio de la revolución rusa luego de una manifestación de mujeres obreras en San Petersburgo, el 8 de marzo de 1917. Otro dato curioso es que, fue Lenin quien decretó inicialmente el 8M como “día de la mujer”, el 8 de marzo de 1921.
Vale la pena recordar nombres como Clara Zetkin o Alexandra Kollantaï en un día como hoy, pues ambas, desde su acción en el partido comunista soviético, participaron en la creación de esta fecha y abogaron intensamente contra la división sexual del trabajo doméstico y contra las normas sentimentales de las relaciones amorosas. Esto significa, primero, que las posibilidades de trabajo de la mujer no se determinen por sus presuntas incapacidades, sino más bien por la oportunidad de superarlas y segundo, en su realización personal, la afirmación de la individualidad de la mujer en la pareja. De esta manera decretaba Kollantaï el nacimiento de una mujer nueva, en 1919:
“para las mujeres de antes, el dolor más grande era la traición o la pérdida del hombre amado; para la mujer nueva, es la pérdida de ella misma, la renuncia a su propio “yo” sacrificado por el ser amado, por la promesa de amor. La mujer nueva se rebela ya, no solo contra las cadenas externas, sino también contra el “cautiverio amoroso” en sí mismo; ella le teme a los imperativos que el amor, en esta época de psicología distorsionada, impone a los amantes. Acostumbrada a disolverse por completo en los torrentes del amor, la mujer, incluso la mujer nueva, se enamora siempre ansiosamente, pues teme que la fuerza de su sentimiento despierte en ella la tendencia atávica a ser únicamente la “resonancia” del hombre, obligándola a renunciar a ella misma, al trabajo, a su vocación y al propósito de su propia vida”. (Kollantaï, 1932 [1919])
Muchos autores concuerdan en que, si hubo un momento propicio a la igualdad de géneros, éste pudo haber sido el corto periodo que prosiguió la revolución de octubre (1917) y terminó a mediados de los años 1920, pues “el nuevo régimen fue el primero en concebir un Estado social que respondiera a las necesidades de las mujeres” (Ref.1). Si a partir de 1926, el auge femenino socialista no hizo sino perder vuelo, confirmando las palabras de Simone de Beauvoir : “yo pensé que la victoria de las mujeres estaría ligada al advenimiento del socialismo, pero el socialismo es un sueño” (Ref.4), es importante que recordemos hoy más que nunca las reivindicaciones por los derechos de las mujeres que dieron sentido al nacimiento del 8M, pues para superar los grandes desafíos que se perfilan para las mujeres, necesitaremos ser mujeres nuevas, suficientemente fuertes para no renunciar a nosotras mismas.
Ser en la crisis y en la esperanza.
Entre todos los desafíos posibles, decidí abordar tres, pues a mi parecer son los de mayor actualidad: la era post-Covid, la conquista del planeta Marte y la responsabilidad política.
La pandemia debida al COVID-19 ha hecho visible la enorme desigualdad que existe en el mundo. Entre esas desigualdades, la de género es particularmente preocupante, pues el confinamiento ha propiciado el aumento de la violencia doméstica, la crisis ha generado el cierre de programas alrededor del mundo destinados a ayudar a las mujeres, se ha evidenciado la precariedad del trabajo desempeñado por las mujeres en labores esenciales y finalmente, preocupantemente, muchas mujeres han abandonado sus trabajos para ocuparse de sus hijos en este momento de crisis. La situación es lógicamente preocupante en muchos hogares enfrentando la crisis económica que deja la pandemia, pero, la respuesta no puede ser el sacrificio de las mujeres, como ya tantas veces ha sucedido en la historia. Es necesario que hombres y mujeres trabajemos en conjunto para superar la crisis y eso requiere la fuerza física e intelectual de ambos, en condiciones equitativas. No podemos seguir obedeciendo a teorías esencialistas que nos pretenden confinar en un rol que se limita a la satisfacción del hogar, la limitación no puede seguir siendo el género. Una mujer puede hacer todo lo que desee y pueda aprender, por eso la educación es fundamental.
En un Tweet reciente, la ingeniera aeroespacial Diana Trujillo compartía su deseo de que “las niñas y los niños tengan en sus corazones ser los científicos del futuro”. Marte es una conquista humana decretada y para que las mujeres participemos de ella, el acceso a una educación de calidad es esencial, pero no la educación para “adoctrinar”, sino la educación para “desmitificar”. Eso quiere decir que el deseo científico, natural en las niñas desde su primera infancia, no sea desviado por consideraciones de género hacia otras materias, humanas, consideradas femeninas. Vemos que la misión “perseverance” está compuesta por una muy buena cantidad de mujeres, entre ellas, la colombiana Diana Trujillo, que no puede ser símbolo de excepción sino de ejemplo para todas las colombianas. Su historia es inspiradora y reveladora a la vez. Su ejemplo debe servirnos de aliciente para superar las limitaciones que nos han sido irracionalmente impuestas y empoderarnos de espacios que nos han sido tradicionalmente negados. Ese avance se materializa, sin duda, a través de la conciencia política.
Finalmente, el tercer desafío y es a corto plazo, es la próxima elección de nuestros gobernantes. El 2022 es un año esencial para Colombia y Francia en cuanto se llevarán a cabo las elecciones presidenciales. Sepamos, queridas mujeres, que tenemos una responsabilidad política de peso en esas elecciones. La participación femenina puede determinar lineamientos políticos importantes, como lo vimos en la revolución de octubre en Rusia. Es momento de tomar decisiones y tomarlas bien. Eso implica entender que los problemas que enfrentan nuestros países hoy en día se solucionan con políticas inteligentes, pragmáticas y revolucionarias. Nuestro rol antes que como mujeres es como ciudadanas: exigir proyectos políticos serios que apunten a la paz, la igualdad y la superación de creencias anticuadas y misóginas, porque estos desafíos sólo los podremos superar, si todos tenemos las mismas posibilidades de realización personal.
El 8M es la celebración de la conciencia abrupta.
Conmemorar el 8 de marzo es recordar que esta fecha no debe ser un festejo complaciente de la feminidad, sino una manifestación vehemente por la igualdad, la cual se materializa en la conciencia feminista. El feminismo es una reivindicación, una manifestación de voluntades, una puesta en escena de la sociedad, en la que la mujer tiene el derecho a figurar en rol estelar, escribir su propio guión y decidir su propio vestuario. Sus gritos y sus silencios son pensados, deseados y asumidos. El feminismo es la convicción vital, razonable, de que las mujeres no son inferiores a los hombres y que, ninguna construcción social debe responder a la diferenciación como base de la opresión, la humillación y la exclusión.
En mi experiencia con el feminismo, me ha pasado algo similar a ese momento en el que, uno mira la hora cuando va tarde ya para una cita y esa revelación de la hora exacta precipita una cierta angustia y el deseo de avanzar más rápido. Una vez comprendí lo tarde que vamos con respecto a la igualdad de género, ya no pude mirar a otro lado esperando que pase el tiempo. Debo confesar que quisiera que todas miremos la hora y nos precipitemos a afirmar una mujer nueva.
Referencias
1.Brigitte Studer, « Communisme et féminisme », Clio. Femmes, Genre, Histoire [En ligne], 41 | 2015, mis en ligne le 17 juin 2017, consulté le 03 mars 2021. URL : http://journals.openedition.org.ezpaarse.univ-paris1.fr/clio/12393 ; DOI : https://doi-org.ezpaarse.univ-paris1.fr/10.4000/clio.12393
2. Frencia, C., & Gaido, D. 2018. 1. Los orígenes del feminismo y del marxismo en Rusia hasta la revolución de 1905. In Feminismo y movimiento de mujeres socialistas en la Revolución Rusa. Ariadna Ediciones. Tiré de http://books.openedition.org/ariadnaediciones/1938
3. Nadie esperaba que el Día de la Mujer fuera el inicio de la revolución… Disponible aquí:https://rebelion.org/nadie-esperaba-que-el-dia-de-la-mujer-fuera-el-inicio-de-la-revolucion/
4. PIERRE VIANSSON-PONTÉ, Entretien avec Simone de Beauvoir II. – » Le féminisme, maintenant, est une force « , Le Monde, 11 de enero de 1978. https://www.lemonde.fr/archives/article/1978/01/11/entretien-avec-simone-de-beauvoir-ii-le-feminisme-maintenant-est-une-force_3132065_1819218.html
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